sábado, octubre 15, 2005

jamás decir, ni por distracción: "ganarme la vida"

hablan, con maldad, de rayuela para jóvenes, después ni fú ni fá. hace tiempo leía que opinaban. no creo, pero sí es verdad que entre los lectores de rayuela abundan los jóvenes espiritosos. un acceso en castellano a lo distinto, y con tamaño de biblia. ¿qué mas se quiere para que triunfe entre los 17 y 23?
como víctima de la impostura me machaqué pronto rayuela. y pasé a otro, porque no podía ir de lector de un sólo libro de cada autor. tuve suerte, me regalaron los cuentos completos. sí, sí, todo lo que ustedes quieran del cortazar cuentista, lo firmo todo, pero no fueron. el momento llegó con el libro de manuel.
lo dejé sin terminar, a unas setenta y pico páginas. recuerdo que se acumulaban los días sin tocarlo porque necesitaba de su lectura fresca y no de tres cuartos antes de dormir. mientras, aumentaba el respeto que me imponía, no, hoy tampoco, con más tiempo. porque es un libro que necesita tiempo de engrase, cuatro, cinco, ocho, nueve páginas para que cada vez que lo retomes fluya. se quedó allí, recordaba los buenos momentos de cuando empecé, esos donde después de leer algo grande te paras, entre orgulloso y emocionado. al final supe que mientras lo mantuviera en la biblioteca volvería en mejor momento a él, para rematarlo desde el principio y descubrirlo de nuevo.
hoy quería escribir por aquí algo del cortázar crítico, otra sorpresa, y van ni se sabe. he cogido el libro de manuel y encuentro un papel con algo anotado por mí de cortazar, escrito entonces para este sábado, justo éste: en el orden de las obligaciones, del trabajo, me hace bien estar sometido a ganar un sueldo (jamás decir, ni por distracción: "ganarme la vida"); la fatiga de ese trabajo impersonal lanza con más ganas a las lecturas, a un concierto, a una persecución ardiente.
|