sábado, abril 02, 2005

dignos de mi eterno respeto,

cito. comienzo algo y tengo la suerte de encontrarme con tres párrafos de conrad que me sirven y trascribo. son de un libro, la línea de sombra, donde el paso de la juventud a la madurez transcurre entre marineros.



el cariño que le tengo a este libro es el mismo que siento por capitantes intrépidos. capitanes, marineros, esa dinastía, según la novelita describe, perpetuada no por la sangre, ciertamente, sino por la experiencia, por la educación, por el concepto del deber y la bienaventurada sencillez de su tradicional concepto de vida. un mundo al que no pertenezco y que me permite idealizarlo. pero no era esto, no era esto, sino lo siguiente:

Es éste el único periodo de mi vida durante el cual intenté escribir un diario. Es decir, no el único. Algunos años más tarde, hallándome en especiales condiciones de aislamiento moral, anoté sobre el papel los pensamientos y acontecimientos de una veintena de días. Pero esta vez fue la primera. No recuerdo cómo sucedió aquello, ni cómo me vinieron el cuaderno y el lápiz a la mano. Pues se me antoja inconcebible la posibilidad de que los buscara expresamente. Supongo, de todos modos, que me libraron de tener que hablar a solas por enloquecimiento.
Cosa bastante extraña: las dos veces lo hice en circunstancias de las que "no pensaba salir adelante", como suele decirse. Por otra parte, no podía esperar que este testimonio mío me sobreviviese, lo que prueba que era una simple necesidad de desahogarme, y que no obedecía a los dictados del egotismo.
Transcribiré aquí algunas líneas de este cuarderno, que me parecen hoy casi irreales y que extraigo de las páginas que emborroné aquella misma tarde.

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