sábado, noviembre 19, 2005

un café, donde la gente habla con el pretexto de tomar algo

él viste chandal, ella es porteña. todavía inmigrante, trabaja sin papeles en un pub. camarera que ha fascinado a un chico de barrio, con treinta y pico, con pareja en casa, que necesita, dice, replantearse la vida, y parece apostar por ella como amante. le gusta el sexo que tiene con ella y ella, que podría salir con cualquier engominado, agradece su ternura. él habla mucho, fluido, nervioso, muy directo, sonríe. se acerca, intenta besarla. no sé cuánto tienen en común, ella sabe qué posición ocupa, él niega que su pareja esté en crisis, sólo él lo está. la prioridad de ella es el trabajo, su carrera, diseñadora, que puede ser de moda o de páginas web, no alcanzo a descubrirlo, mientras él habla de macro, que es lo mismo que hablar de un gran almacén. hoy él quedará con sus amigos para ver el partido, ella explica que ese hombre con quien la vió es un amigo, si él sabe comprender qué es un amigo. aún así responde que no a una pregunta más precisa, no se acostó o no le gusta, o no le importa a él si se acostó o le gusta, me pierdo porque contesta en voz más baja aunque yo disimulo mientras leo. ella quiere pagar, a ella no le gusta que la llame por su nombre, nadie salvo él lo hace. odia su nombre completo y él le confiesa que no llegó a tener una historia este verano, que se frenó a tiempo, que se ha equivocado en todas sus decisiones menos en ésa. y en ésta. ahora sí, ella le besa y se levanta, supongo que para acrecentar su deseo y, sin que lo sepa, mi curiosidad. se acerca a la barra, pide la cuenta, él disfruta con sonrisa de que las cosas por fin funcionan. se siente privilegiado, ella no sé cómo se siente, pero esto lo describe un hombre, vosotras tenéis los comentarios.
ellos pasan, yo me quedo, vuelvo a mi lectura, pero nunca he comprobado tan de cerca la fragilidad de nuestras interpretaciones.
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